ARDE MOYANO
Escribo estas líneas durante la mañana del miércoles 27 de
junio, a pocas horas de haber comenzado el paro general con movilización impulsado
por Moyano y los suyos, y observo con interés la nueva confrontación que
comenzó.
Resulta obvio suponer que toda esta movida responde a
intereses que exceden el mero planteo sindical y no me refiero a su eventual
legitimidad: Hugo Moyano viene reclamando desde hace rato las cuestiones por la
que convocó al paro y desde lo legal lo ampara el derecho de huelga y la opción
de manifestarse (¿un poco contradictorio con sus declaraciones que se
refirieron a este gobierno como una “dictadura”, no?). Pero elevando un poco la
puntería, es evidente que esta confrontación con el gobierno se inscribe
fundamentalmente dentro de de la sucesión para el 2015.
Me pregunto: ¿está demasiado alejado de la realidad suponer
que Moyano y Scioli quieren imponer sus candidaturas o eventuales candidatos
para las próximas elecciones presidenciales? Tengo la convicción – y admito que
puedo estar errado – de que esto es así. Por lo tanto el gobierno responde con
la dureza del caso por una sencilla cuestión de interés político: cada cual quiere
imponer sus candidatos. Intenciones válidas por ambas partes, aunque en el caso
de Moyano – Scioli es definitivamente cuestionable que recurran a una
herramienta – la huelga – para zanjar cuestiones electoralistas; el camino para
imponer candidaturas debería pasar por la campaña político – electoral.
Pero amén de este costado político, existe también un
costado económico que no es menor: el gobierno tiene sus razones macroeconómicas
para sostener las medidas que irritan a Moyano, concretamente el impuesto a las
ganancias – que paga el 19% del total de la población asalariada - que la
presidente explicó claramente en uno de sus últimos discursos. Se podrá estar
de acuerdo o no con tal postura pero queda claro que no se trata de una medida
“caprichosa” por parte del gobierno, sino de simple viabilidad económica: el
sueldo de los camioneros es desproporcionado respecto al del grueso de la
población asalariada y eso se debe a - más que a los logros combativos de
Moyano - porque en nuestro país, durante décadas, se ha llevado a cabo una
sistemática destrucción del ferrocarril y como cualquier economista sabe, es
mucho más caro transportar materias primas, mercaderías, etc, en camiones que
hacerlo trenes. Desde la visión gubernamental, se trata de subir y emparejar
los sueldos más bajos de la escala y no de aumentar los más altos. Como nota al
pie vale reflexionar que a principios de los años ´70 la Unión Obrera Metalúrgica (UOM)
era el sindicato más poderoso de la Argentina, lo que hablaba de un país que aun
conservaba una pujante actividad industrial / metalúrgica; que actualmente el
sindicato más poderoso sea el de chóferes transportistas, un rubro de servicio,
habla a las claras de cómo ha mutado negativamente el país.
Podemos permitirnos opinar acerca de si la movida moyanista
pretende desestabilizar o golpear institucionalmente al gobierno; en lo
personal opino que no se trata de un intento golpista o algo por el estilo;
pero también creo que tomar de rehenes por un día a la población para dirimir
internas políticas es una actitud que se asimila al chantaje, metodología que –
según afirman los que conocen de cerca el accionar del dirigente camionero – suele
aplicar a discreción.
Pero no obstante lo anterior, no hay que caer en la
tentación de demonizar a Moyano y los suyos: en primer lugar porque aunque se
objeten sus métodos, mientras todo se de en un marco de confrontación
“civilizada” no deja de ser licito; y además, de su satanización ya se
encargaron profusamente los medios opositores al gobierno y buena parte de la
clase media que sencillamente lo detesta hasta lo intragable fundamentalmente
por su origen obrero y peronista; si, esa clase media que ahora se frota las
manos deseando el descarrilamiento a como de lugar de la gobernabilidad
conseguida por Cristina Fernández.
Por otro lado no deja de resultar frustrante la inexistencia
política de la oposición que - al contrario de lo que algunos de sus referentes
declaman – parece contemplar esta importante puja de poder desde la tribuna y
emitir comentarios o chanzas de plateistas más o menos indignados ¿Tendrán algo
para decir antes del 2015? Ojalá que así sea porque buena parte de la ciudadanía
y la democracia se los agradecerá.
Por ultimo, soy conciente que hacer proyecciones de acá a
cuatro años en un país como el nuestro es dejar a Nostradamus a la altura de un
pronosticador de kermese, por lo que esa nunca fue mi idea; para eso está Doña
Lilita…
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