martes, 5 de febrero de 2013

Opinión / Conciencia política



 LÚMPENES MEDIA


Federico Luppi dio en el blanco cuando regañó sin vueltas a Ricardo Darín; su crítica fue simple y contundente: la falta de conciencia política. Antes que nada aclaremos que se puede vivir sin ella (y haber desaprovechado las oportunidades que nos ha brindado nuestro país para adquirirla en estos últimos, digamos, 50 años) y estoy tentado, para variar, a atribuir este defecto exclusivamente a nuestra bendita clase media pero ¿lamentablemente? no es así; esa falta de conciencia atraviesa todos los estamentos sociales, aunque es evidente que los sectores medios son los que se manifiestan exhibiéndola orgullosamente como si se tratase de un preciado oropel.  


También podría definir lisa y llanamente a la falta de conciencia política como el tan mentado "me chupa un huevo", pero no es tan simple: a Darín, como a tantos otros, les importa el todo, o al menos la parte.  Pero así, por ejemplo, reducir la cuestión politica de la Argentina a "el patrimonio" de los politicos y como lo obtuvieron, no es mirar el árbol antes que el bosque, sino directamente llevarse puesta la plaza del barrio con rejas y todo.   



Una mirada elemental indica que en un proyecto político lo que importan son las ideas y la  concreción de las mismas. Se siguen y se sostienen fundamentalmente ideas y orientaciones. Es válido e inteligente discutir acerca de ellas y también de los aciertos y errores de un gobierno. La discusión acerca de si tal o cual diputado o ministro se la lleva en pala y/o es un malversador de fondos podrá ser legitima desde lo jurídico-moral, pero no aporta nada fundamental a la cuestión que nos ocupa.



Un ejemplo brutal: Rafael Videla no será recordado por haber sido un corrupto económico, pero impulsó un proyecto economico-politico que devastó nuestro pais.           



Existen sujetos con conciencia política, independientemente de las ideas que profesen; y existen aquellos que no la tienen. No se trata de tal o cual ideología, y ni necesariamente adherir a una; se trata de entender de que se está hablando cuandose habla de política. Y opinar todos pueden pero la consistencia de una opinión depende de la solidez de la razón de quien la expresa. O sea, en la discusión política entre Rocío Marengo vs. Luis D´elia, es fácil determinar quién de ellos sabe de lo que está hablando.



Por supuesto que me joden los corruptos en la función pública, como a todo el mundo; pero más me jode(ría) la corrupción estructural - aquella que violenta al individuo y a su mundo social, político, económico y cultural – es decir la que nos afecta como colectivo social. En criollo: me afecta hasta la destrucción que el sistema económico quiebre, remember 2001, y los bancos representantes del capital extrajero se queden con nuestros ahorros sin decir agua va, a que determinado funcionario lucre en un cargo en beneficio propio.



Nadie en su sano juicio bancaría a un funcionario que afana, pero encarar el análisis de la acción de un gobierno tan solo desde el eventual afano es de una ingenuidad y una orfandad intelectual alarmante. Quizá un buen indicador acerca de porqué la oposición no da pie con bola en su lucha contra un gobierno -  que va por su segundo mandato - sea porque basa casi todas sus críticas en reclamos “morales” y no hace hincapié en sus diferencias respecto al proyecto político. Me encantaría saber que postura sostienen Scioli, Binner o Macri con respecto al Mercosur – Unasur, las jubilaciones estatales, la AUH, el FMI, la industrialización, la nacionalización de YPF, la política de derechos humanos, cual será su política sindical, etc; en fin, cual es su proyecto político.



Por ejemplo, jamás pude conocer cabalmente el proyecto de la Coalición Cívica: solo escuché a Carrió exclamar que la gente quería colgar a NK, que a su velorio lo infló Fuerza bruta y algunas lindezas por el estilo. Scioli juega a la escondida idelológica y Binner es un gran decidor de insustancialidades; escuché y leí centenares de acusaciones, reclamos morales, imprecaciones, catastróficas y fallidas predicciones, pero de alternativas o propuestas políticas, poco y nada.



A mi, que quieren que les diga, en lo que respecta a la política me preocupa más conocer las ideas de Scioli que su eventual patrimonio. Porque su patrimonio es suyo, pero sus políticas es probable que afecten el mío propio. Debo estar loco, seguramente.


Ah, el periodismo; esa es su función, de acuerdo, pero no confundamos periodismo con conciencia o acción política. Y no voy a caerle al periodismo con sus trapitos sucios porque no es el caso. Pero si los periodistas podemos hacer periodismo de los políticos, tambien es válido que se pueda hacer periodismo de periodistas, aunque (y por eso mismo) a muchos colegas les moleste esto último. 

Entretienen (y venden) la comidilla, el improperio y el tráfico de chismerío político, pero constituyen el tentempié la política. A la hora de la verdad nunca podrán reemplazar al plato principal, que es la formación y la conciencia política.

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