LÚMPENES
MEDIA
Federico
Luppi dio en el blanco cuando
regañó sin vueltas a Ricardo Darín; su crítica fue
simple y contundente: la falta de
conciencia política. Antes que nada aclaremos que se puede vivir sin ella (y haber desaprovechado las oportunidades que nos ha brindado
nuestro país para adquirirla en estos últimos, digamos, 50 años) y estoy tentado, para variar, a atribuir este defecto exclusivamente a nuestra bendita clase media
pero ¿lamentablemente? no es así; esa falta de
conciencia atraviesa todos los estamentos sociales, aunque es evidente que los
sectores medios son los que se manifiestan exhibiéndola orgullosamente como si
se tratase de un preciado oropel.
También podría definir
lisa y llanamente a la falta de conciencia política como el tan mentado
"me chupa un huevo", pero no es tan simple: a Darín, como a tantos
otros, les importa el todo, o al menos la parte. Pero así, por ejemplo, reducir la cuestión
politica de la Argentina a "el patrimonio" de los politicos y como lo
obtuvieron, no es mirar el árbol antes que el bosque, sino directamente
llevarse puesta la plaza del barrio con rejas y todo.
Una mirada elemental indica que en un proyecto político lo que importan son las ideas y la concreción de las mismas. Se siguen y se sostienen fundamentalmente ideas y orientaciones. Es válido e inteligente discutir acerca de ellas y también
de los
aciertos y errores de un gobierno.
La discusión acerca de si tal o cual diputado o ministro se la lleva en pala
y/o es un malversador de fondos podrá ser
legitima desde lo jurídico-moral,
pero no aporta nada fundamental a la cuestión que nos ocupa.
Un ejemplo brutal:
Rafael Videla no será recordado por haber sido un corrupto económico, pero impulsó un proyecto economico-politico que
devastó nuestro pais.
Existen sujetos con conciencia política, independientemente de las ideas que
profesen; y existen aquellos que no la tienen. No se
trata de tal o cual ideología, y ni
necesariamente adherir a una; se trata de
entender de que se está hablando cuandose habla de política. Y opinar todos pueden pero la
consistencia de una opinión depende de la solidez de la razón de quien la expresa. O sea, en la
discusión política entre Rocío
Marengo vs. Luis D´elia, es fácil determinar
quién de ellos sabe de lo que está
hablando.
Por supuesto que me
joden los corruptos en la función pública, como a todo el mundo; pero más me jode(ría) la corrupción estructural - aquella que violenta al individuo y a su mundo
social, político, económico y cultural – es decir la que nos afecta como colectivo social. En
criollo: me afecta hasta la destrucción que el sistema económico quiebre,
remember 2001, y los bancos representantes del capital extrajero se queden con
nuestros ahorros sin decir agua va, a que determinado funcionario lucre en un
cargo en beneficio propio.
Nadie en su sano juicio
bancaría a un funcionario que afana, pero encarar el análisis de la acción de un gobierno tan solo
desde el eventual afano es de una ingenuidad y una orfandad intelectual alarmante. Quizá un buen indicador acerca de porqué la oposición no da pie con bola en su lucha
contra un gobierno - que va por su segundo mandato - sea porque basa casi todas sus críticas en reclamos “morales” y
no hace hincapié en sus diferencias respecto al proyecto político.
Me encantaría saber que postura sostienen
Scioli, Binner o Macri con respecto al Mercosur
– Unasur, las jubilaciones estatales, la AUH, el FMI, la industrialización, la nacionalización de
YPF, la política de derechos humanos, cual será su política sindical, etc; en fin, cual es su proyecto político.
Por
ejemplo, jamás pude conocer cabalmente el proyecto de la Coalición Cívica:
solo escuché
a Carrió exclamar que la gente quería
colgar a NK, que a su velorio lo infló Fuerza bruta y algunas lindezas por el
estilo. Scioli juega a la escondida idelológica
y Binner es un gran decidor de insustancialidades; escuché
y leí centenares de acusaciones, reclamos morales,
imprecaciones, catastróficas y fallidas predicciones, pero de alternativas o propuestas políticas, poco y nada.
A mi, que quieren que
les diga, en lo que respecta a la política
me preocupa más conocer las ideas de Scioli que su eventual patrimonio. Porque
su patrimonio es suyo, pero sus políticas es
probable que afecten el mío
propio. Debo estar loco, seguramente.
Entretienen (y venden) la comidilla, el
improperio y el tráfico de chismerío político, pero constituyen el tentempié la
política. A la hora de la verdad nunca podrán reemplazar al plato principal,
que es la formación y la conciencia política.
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